top of page
Buscar

Una pausa antes de seguir



Ya pasaron más de cien días de cuarentena y me parece interesante que paremos un poco para mirar todo lo vivido en este tiempo. En estos meses fuimos pasando por muchos estados, en donde diversas emociones y sentimientos se fueron haciendo presente en nosotros.


Soportamos los primeros quince días de encierro con paciencia y aceptamos que la cuarentena se extienda una o dos veces, confiando en que se iba a terminar pronto.

Empezamos a extrañar y a reconocer que la distancia con los demás es inmensa, más allá de todas las formas que pueda haber para comunicarnos, nada se compara con un beso y un abrazo de nuestros seres queridos. También estuvimos aprovechando a dedicarle tiempo a arreglar esas cosas que veníamos postergando o aprender a hacer cosas nuevas que tal vez nunca le dimos importancia.


Fuimos haciendo de esta cuarentena un nuevo estilo de vida que, si bien no va a ser para siempre, sabemos que todavía falta para que termine. De esta forma, a pesar de las suposiciones que nos hicimos al principio de que íbamos a tener mucho tiempo libre o que íbamos a aburrirnos demasiado, fuimos ocupando gran parte de nuestro tiempo con diversas actividades que nos mantienen ocupados casi todo el día. Entre el trabajo (los que pueden seguir trabajando), la cursada y el estudio, las reuniones de grupos, la cocina, las series y todas actividades que nos creamos, nuestro día pasa en un abrir y cerrar de ojos.


Al menos eso me pasa a mí, ¡me cuesta creer que ya haya pasado medio año!

Sinceramente, me siento una persona muy afortunada por el lugar en que me toca vivir la cuarentena. En el seminario somos alrededor de 50 personas, con lo cual no nos aburrimos de vernos la cara y, a su vez, el espacio es gigante, así que podemos hacer ejercicio y despejar la mente. Sin embargo, no estoy exento de esta realidad que planteo. La rutina muchas veces me sobrepasa y recién cuando freno un poco me doy cuenta de que pasaron varios días desde la última vez que hablé con mi familia y amigos.


Pienso que de esta misma manera que a mí me pasa con mi familia, puede pasarnos también con Dios. Tal vez al comienzo de la cuarentena, terminando la cuaresma y viviendo la Pascua, logramos dedicarle un buen tiempo al encuentro con el Señor, a través de la oración, la lectura de la Palabra o, simplemente, viviendo las misas y adoraciones en vivo. Y ahora, después de casi cuatro meses de cuarentena, tal vez nuestro encuentro con Él es distinto, las misas online se nos volvieron aburridas y difícil de seguir, la oración fue perdiendo su espacio en el día y la distancia fraterna nos afecta el doble.


Por eso, antes de continuar con lo que queda del año, pienso que es un buen momento para hacer este parate que decía al principio y preguntarnos seriamente ¿cómo viene siendo mi cuarentena, mi rutina? ¿le doy espacio a mi encuentro con Dios?


Y si descubrís que la rutina te viene controlando, que tu oración o tu vivencia de la misa ya no es lo que era y que estás medio alejado de Dios, te animo a volver a sus brazos, esos brazos del Padre que no cuestiona nada, sino que acoge y abraza todo nuestro ser, con nuestras dolencias y alegrías.


En esto, puede ayudarnos recordar que somos Iglesia, miembros de un mismo cuerpo que se encuentra unido por la fe y el Espíritu. Así que, si nos cuesta volver a Dios, no nos olvidemos que tenemos hermanos que nos pueden ayudar a través de una palabra, un gesto o, simplemente, desde su oración. Para eso somos Iglesia, para acompañarnos y sostenernos unos a otros.


¡Ánimo! Que esta segunda mitad del año nos encuentre preparados para afrontarla de la manera en que nos toque, en cuarentena o sin ella, pero siempre unidos a Dios y a nuestros hermanos a través de la oración.

Leonardo Cava

Seminarista Diocesano.

44 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page