Uno de los momentos más importantes del año litúrgico, confluye hoy en día con una gran problemática que cada uno de nosotros vive a nivel mundial, una pandemia que nos hace ver pequeños, frágiles tomando consciencia de como algo que ni vemos puede hacernos tanto daño en tan poco tiempo.
Todos hemos tenido durante nuestras vidas, tantas cuaresmas como años. Pero la realidad que como tiempo vivido y realmente aprovechado, calculo que muy pocas. Nos cuesta asumir este tiempo de penitencia, oración, ayuno, de encontrarnos más con nosotros y realmente caminar junto a nuestros hermanos y de la mano de Jesús a su Pasión y Resurrección. La Iglesia nos pide que salgamos de nosotros, que podamos realizar obras de misericordia que nos ayuden a encontrarnos con ese Jesucristo que nos ama desmedidamente en nuestros hermanos.
Hoy en día la cuarentena viene a desestructurarnos, desestabilizarnos y sacarnos bastante de nuestra zona de confort porque si en realidad estábamos acostumbrados a que este tiempo de cuaresma se pase como si nada, sin hacer nada, llegando a la Pascua como podíamos, créanme que este año es casi imposible. Esas excusas del “no tengo tiempo”, “tengo muchas cosas para hacer” ya no existen más, porque sobretodo en cuestión de tiempo, a más de uno de nosotros nos estaría sobrando pero ¡No lo desaproveches!
Cuando hablamos de cuarentena, hablamos de prevención y, cuando escribía, era imposible no acordarme del pasaje bíblico que dice: “Estén prevenidos, pues Cristo vendrá glorioso….”. Estemos atentos, este es un año para que realmente nuestra cuaresma sea una preparación a la Pascua. Que pueda ser un tiempo donde experimentemos nuestra debilidad y con mucha entrega nos demos a Dios para que Él pueda ser el que nos sané porque sólo Él puede salvarnos. Pero para esto, necesita realmente que nos dejemos salvar. Pero esto no se logra desde el abatimiento, del aislamiento extremo, del sentirnos poco, vulnerables ni superiores sino sólo con confianza, dejando que Él actúe en nuestras vidas.
Pero ¿Cómo hacerlo de una manera sencilla y que esta cuaresma sea en cuarentena y no se convierta en ella quedando encerrados en nosotros mismos sin salir al encuentro de Dios y de los hermanos? Dediquémosle a Dios un rato de nuestro día para escuchar su Palabra, para que ella ilumine nuestras vidas y nos ayude a caminar liberándonos de tanta incertidumbre, buscando momentos de silencio y soledad.
Hoy en día las redes sociales, grandes herramientas de la evangelización, nos ayudan a compartir la Eucaristía y adoraciones Eucarísticas para que podamos tener momentos de oración personal pero a su vez ponernos en comunión con la gran familia de la Iglesia. Hagamos todo en su justa medida, no nos desconectemos de las personas que tenemos cerca: es un buen momento para compartir la fe con nuestras familias, evangelizando cara a cara con los que tenemos a nuestro lado y que caminan con nosotros esta cuaresma diferente. No olvidemos aferrarnos de la mano de nuestra madre María, para que nos acompañe en el camino a la Pascua como acompañó a su propio hijo.
Vivamos esta cuaresma en cuarentena, encontrándonos con Dios en la oración de la mano de nuestros hermanos y, sobretodo, dejándonos curar por su gran amor misericordioso.
Nacho Álvarez
Seminarista Diocesano.
Que así sea.... hermoso mensaje