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Que te cuente su sueño. . .

“El éxito ocurre cuando tus sueños son más grandes que tus excusas”; “Ningún soñador es pequeño y ningún sueño es demasiado grande” “El futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños”.


Estas son algunas de las frases motivadoras que suenan bastante bien. Pero ¿Tenemos en claro cuál es nuestro sueño? ¿Hacia dónde vamos? ¿Por dónde y para qué? He aquí mi “corona-reflexión”.





Una de las tentaciones que pueden aparecer en el día a día es la desmotivación, la falta de entusiasmo y de pasión en las actividades de la vida cotidiana. Si no las atendemos y batallamos, las que primero parecen tibias tentaciones, pueden convertirse en grandes enemigos que atentan con nuestra sonrisa, con el encuentro afectuoso con los otros y con la fecundidad en nuestras tareas.


Estos días de cuarentena y de introspección obligada, son un momento casi propicio para sondear los espacios de nuestro Ser. ¿Qué queremos de nuestra vida? ¿Cuáles son nuestros deseos? ¿Qué soñamos alcanzar? ¡No tengamos miedo de viajar a nuestra esencia! Tal vez, nos surjan planteos de cómo construimos nuestros vínculos tan atesorados, desde dónde me posiciono en la búsqueda de ser un sujeto amado, cuál es mi lugar en el mundo, etc. Y si es así: ¡Bienvenido el movimiento! Puede que nos encontremos con nuestra fragilidad y quizás también esto sea el paso para revalorizar todo el camino recorrido, juntar coraje y develar nuestro SUEÑO.


Dios es bueno y nos ama y nos soñó de una forma maravillosa. Personalmente, el encuentro con mi esencia me llevó una vez más a esta imagen de Dios Padre, creador de mi vida que me ama inconmensurablemente. Les comparto un pedacito limitado de mi “ejercicio de oración” que a mí me hizo ver con claridad el sueño que anhelo en lo profundo de mi corazón. Ojalá pueda servirle a alguien.


1. Descubrirse criatura. Somos creación de Dios. En los momentos de desmotivación nada mejor que buscar un rato, aunque sea limitado, pero un rato en fin, para pedirle a nuestro Padre que nos diga por dónde caminar en nuestra vida. Él nos soñó y nos creó; no se desentiende de su proyecto, nos va diciendo cómo seguimos. Sé insistente, cual niño a su padre para que le compre un helado.


2. Nos creó a su imagen y semejanza. Hagámonos esta pregunta ¿Cuáles son las características que tengo que me hacen semejante a Dios? Seguro tenemos muchas cualidades buenas, pero busquemos un poco mejor: en algo de mi Ser tengo plasmado a Dios. En algo soy perfecto. En ese algo soy imagen y semejanza del Padre. En ese algo Él me habita plenamente. Reconocelo. Buscalo incansablemente.


3. Dios sopló en su nariz un aliento de Vida. Pidámosle a nuestro Padre que sople en nosotros el aliento de Vida. Que tu don, que “ese algo de Dios” que tenés grabado en tu Ser, sea fecundo. Que el Espíritu te dé la forma que necesitas para que puedas ser en el mundo.


Que tengamos el coraje de charlar con Dios y nos revele para qué fuimos creados. Después de todo, si Él nos soñó, nada más acertado que sea Él quien te cuente su sueño.

Cecilia Quijano.

Parroquia La Sagrada Familia (Billinghurst)

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