La salida es hacia adentro.
Esta frase es la clave, la llave para atravesar este tiempo que estamos viviendo. ¿Por qué? Porque siempre frente a realidad que nos toque vivir tenemos dos opciones: encontrarnos o escaparnos.
En la actualidad, recibimos una gracia muy grande: No tenemos a donde escaparnos. ¿Escaparnos? Sí, somos escapistas de nosotros mismos. El Papa Francisco nos hablaba de “balconear” la vida. ¿No somos expertos en balconearnos a nosotros mismos? ¿De buscar la forma de distraerme, de no hacerme cargo de lo que me pasa? ¿De quedarme anestesiado en un lindo momento o recuerdo? ¿No somos especialistas en caretearla y especialmente caretearla con nosotros mismos?
Dios hoy nos regala la posibilidad de entrar a La Cámara Secreta, como me gusta llamarla así por ser fan de Harry Potter. Sí, en nosotros mismos vive esta “Cámara Secreta”, nuestro corazón. Este término lo usamos siembre bastardeando la palabra. Te lo propongo ahora en su sentido bíblico que en nuestro Catecismo está tan claro: es la morada donde yo estoy, donde yo habito, donde me adentro. Es nuestro centro escondido, el lugar de nuestras decisiones, de nuestra verdad. Es el lugar del encuentro y donde sucede la alianza con Dios que nos habita y nos ama siempre.[1]
Si somos jóvenes valientes, nos tenemos que animar a habitar estas profundidades que son tan nuestras, para encontrarnos y poder así buscar “la salida” en este tiempo.
¿Y por qué te lo propongo? Porque lo viví y trato de seguir viviéndolo. Y está buenísimo. El silencio me hizo encontrar la posta de lo que me estaba pasando y me abrió los ojos para poder ver de una forma distinta y encontrar otra salida. Entrar en mi corazón me regaló la posibilidad de encontrarme con Dios de diferentes formas. Casi que ni lo siento en el silencio pero sí, lo descubro cuando me encuentro con alguien, cuando escucho, cuando me escucho y también en el servicio. También en simples momentos de lo cotidiano le reconozco ese paso que tiene Jesús que es tan sutil y tan genio y ahí le repito esta oración: sos Vos Señor. Estas acá. Entrar en mi Cámara Secreta me da paz, amor, claridad, me sana, y me ayuda a vivir lo que me toca vivir con una gran plenitud.
Algunos dicen “pero esto nos encierra en nosotros mismos”. No. Entrar en nuestro interior produce un movimiento hacia fuera. Entrar en este lugar nos enseña a ensanchar nuestra posibilidad de recibir a los demás, de comprometernos con la otredad, de hacernos cargo de lo que nos pasa y de lo que le pasa al otro. Nos clarifica además qué es realmente el servicio, aprendiendo a descentrarnos de nosotros mismos.
Te animo a que puedas hacer esta experiencia, sin miedos, porque en este Camino apasionante de ser peregrinos de nuestro corazón, vamos juntos. Y Jesús va con nosotros, porque vive en vos. Sí, no importa si estamos “flojos de papeles”, Dios nos habita siempre. Así que en estos días, sentate un ratito a solas para entrar a la Cámara Secreta. Cerrá los ojos, para mirar hacia adentro, para encontrarte. Respirá hondo, y luego respirá a tu propio ritmo, renovando y reconociendo la Vida que está en vos. Y en ese silencio te quedas unos minutos, solamente respirando y haciéndote consciente de esta maravillosa realidad que la podes repetir interiormente: Dios está aquí, está en mí. Y en este silencio de amor, de amistad, de amigos que nos entendemos con la mirada, nos quedamos. Te abrazo fuerte y te animo a seguir caminando, juntos, al corazón.
Damián Berneche
[1] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica (CEC) punto 2563
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